Searching for my way
Queda oficialmente inaugurado este blog.
La verdad es que esto de escribir sobre uno mismo siempre me ha parecido un acto de inigualable egocentrismo, y siempre he pensado que no he de ser yo quien decida si son o no interesantes mis ideas, mis neuras o mis vivencias. No sé si estaré a la altura de escribir algo que merezca ser leído. Me consuela un poco el hecho de que esta página sea sólo medianamente accesible, y también confío en que el ver tanta letra junta desanime a la mayoría de la gente, porque me da algo de reparo hacer esto. Pero, como dicen, renovarse o morir. Lo hago con la esperanza de poner en orden mis ideas, y de aprender a expresarme un poco mejor. Por otro lado, dejando a un lado los escrúpulos, se dice que todo aquel que escribe lo hace para ser leído, ya que de lo contrario no tiene sentido. Y mi pantalla de ordenador actúa de parapeto y le da un cierto anonimato al asunto. Adelante, pues.
Hacer esto viene de la necesidad de poner por escrito el caos en que tengo sumergida la cabeza, con el fin de encontrarle algún sentido que me sea válido. Cuando todo tu esquema mental se desmorona como un castillo de naipes te ves en la obligación de darle la vuelta del revés como a un guante. Lo digo porque estoy pasando por la que probablemente sea la etapa más extraña de mi vida, en la que estoy reconstruyendo las normas y las leyes que van a regirme a partir de ahora. Ya no me sirven las anteriores.
Hace algunos meses, la estructura de mi vida, y la forma de llevarla, estaba perfectamente clara. Algunas cosas eran más o menos provisionales, pero en conjunto tenía una idea bastante definida de lo que quería hacer y de en qué punto estaba. Ahora ya no la tengo. Y esto es algo totalmente nuevo para mí. Aunque cambio de objetivos con relativa frecuencia, y lo cierto es que la constancia y la paciencia no son mi punto fuerte, más o menos he ido moviéndome por razonamientos lógicos, estudiando las consecuencias que podrían tener mis acciones antes llevarlas a cabo. Las decisiones que tomo ahora también están meditadas, no son como para tomarlas a la ligera y requieren una cierta frialdad mental. Ahora es cuando la requieren. Hasta ahora creo que no había tomado ninguna decisión de aquellas que sabes que van a cambiarte la vida. Hasta ahora eran decisiones muy meditadas sobre temas que quizá no revestían tanta importancia como yo les había dado.
Tengo ganas de hacer cosas. De hacer cosas grandes, de dar campanazos. Soy optimista por naturaleza, y sé que siempre se acaba saliendo de cualquier situación, por difícil que ésta sea, de manera que no me asusta la incertidumbre de no saber qué pasará. En realidad, eso se ha convertido en un aliciente. Medio en broma y entre amigos, siempre había comentado que mi ideal de vida sería ir a algún lugar del mundo, a donde fuera, pasar allí una temporada, trabajar de lo que fuera, y echar a suertes cuál sería el próximo destino cuando tuviera dinero para pagar el avión. Era broma, pero ahora empiezo a pensar que podría ser una realidad. Que se puede hacer, que sólo hay que tomar la decisión. Y tomar una decisión es una de las decisiones más fáciles que existen.
Sin nada más que añadir, por ahora, me despido hasta la próxima,
Raquel.
1 comentario
Ana -
Me parece genial la idea que has tenido, sobretodo si te ayuda en la toma de tus nuevas decisiones (ya sean mas o menos importantes). Creo que es un ejercicio genial para poner las cosas claras en la cabeza, pero yo nunca he tenido esa capacidad, siempre me dejo llevar por lo que los demás dicen que esta bien, porque la sociedad asi lo considera. Me parece muy loable y muy valiente por tu parte el volar (y lo digo en sentido figurado) y buscarte a ti misma. Este es el principio de tu Gran Aventura, adelante, siguelo y mucha suerte.
Aan B. Sepulveda