JODHPUR, JAISALMER, Y TODO LO QUE PUEDE OCURRIR EN UN PAR DE HORAS
Mi siguiente destino despues de Bikaner seria Jodhpur. No existe el tren nocturno hacia Jodhpur, de modo que pase toda una manana metida en un tren con las ventanas cerradas porque habia una tormenta de arena en el exterior. Un calor de infierno. Suerte que el tren iba practicamente vacio. De nuevo fui la atraccion turistica del dia para todos los ninos del tren, que se sentaron a mi alrededor mirandome fijamente y hablando entre ellos. Yo ya ni me inmuto, la verdad.
Llegue a Jodhpur a media tarde y me aloje en una casa de huespedes de 500 anos de antiguedad, inmaculada y bastante bonita. De hecho era una especie de mezcla entre un templo hindu y un garito californiano. El personal del hotel (chicos jovenes con ropa moderna, pelo largo y pendientes)parecia sacado de los Vigilantes de la Playa, pero me gusto el ambiente relajado de la azotea, llena de cojines, velitas y telas de colores. Todo muy hippie.
Jodhpur, la ciudad azul del Rajastan, se extiende a los pies de una colina en lo alto de la cual se alza una fortaleza oscura e imponente. Es un lugar tranquilo (aunque no tanto como Bikaner) y la mayoria de las casas estan pintadas en un color azul celeste. Dedique uno de los dias a hacer turismo, pero la mayor parte del tiempo estuve paseando por los bazares y la zona de la torre del reloj, en el centro del mercado de especias. La visita al fuerte resulto bastante interesante, pero todo parecia colocado expresamente para ser visto cuando y como debia ser visto, que es algo que no me gusta. Cuando las cosas estan tan marcadas es cuando dejan de ser divertidas, y lo cierto es que odio ver las cosas de este modo. Normalmente prefiero ver las cosas a mi aire y hacer un poco de outsider. Pero de vez en cuando no queda mas remedio que hacerlo, de modo que me vi obligada a seguir un camino de flechas perfectamente senalizado, con una audioguia que me sugeria incluso los puntos desde donde podia hacer las mejores fotos o los lugares en los que podia quedarme a descansar. Aun asi, debo decir que la visita merecio la pena, porque desde ningun otro lugar de Jodhpur se aprecia el mar de casas que es la ciudad, como una masa de volumenes cubicos irregularmente dispuestos, extendiendose por varios kilometros a la redonda.
Los dias en Jodhpur pasaron relajados y tranquilos, con largos paseos y un calor de infierno casi durante todo el dia. Desde la azotea tenia unas vistas esplendidas y conoci a mucha gente. Lo bueno que tiene este pais es que una nunca se siente sola. En Jodhpur conoci sobre todo occidentales, pero cualquiera te puede dar conversacion en plena calle. Por el momento, en cada lugar en que he estado he conocido gente con la que he pasado uno o dos dias, y creo que eso es lo mejor de todo. Aunque viaje por libre, nunca me siento sola.
En mi hotel-garito surfero se alojaba tambien Mamba, un chaval de madre suiza y padre africano, simpatico e inteligente y con una risa franca y abierta. Viaja solo y lleva unos dos meses dando vueltas por el sur de India y Sri Lanka. Pase con el el par de dias que estuve en Jodhpur, y acordamos vernos en Jaisalmer, que era nuestro proximo destino con un dia de diferencia.
A Jaisalmer llegue en un tren abarrotado y ruidoso, en un trayecto nocturno de seis horas en el que casi no pegue ojo. Cuando llegue a la ciudad me encontre con una escena absolutamente surrealista: cinco de la manana, noche cerrada, cuatro policias a la salida de la estacion y, a unos veinte metros, un ejercito de representantes de hotel gritando, con los carteles en alto, para captar clientes. Como ya tenia decidido el hotel en el que me alojaria fui directamente al representante, que me llevo gratis en un rickshaw hasta el hotel, dentro del fuerte.
Jaisalmer resulto impresionante. El fuerte, al contrario que el de Jodhpur, que se utiliza como museo, esta lleno de casas, de tiendas, de restaurantes y de hoteles. Un hervidero de turistas y vendedores mas pesados de lo habitual. No podia dar tres pasos sin tener que detenerme a hablar con alguien. Al final debia hacer como que no oia cuando me llamaban para poder dar algun paseo, tanto dentro como fuera del fuerte. Pero Jaisalmer es uno de los lugares mas bonitos que he visto en mi vida, y desde luego lo mejor del Rajastan. Los edificios, unos encima de otros, son de piedra dorada, y las calles estrechas serpentean por todo el fuerte, de aire musulman y luz calida. No es de extranar que Jaisalmer viva exclusivamente del turismo. Porque aqui no hay absolutamente nada mas: solo desierto hasta donde alcanza la vista.
Muchos hoteles ofrecen excursiones en camello para ir al desierto, pero yo no tenia ningun interes en ir, y se lo hice saber al dueno del hotel cuando me propuso contratar el suyo. No iba a pasar cuatro dias tirada en el desierto con gente a la que no conocia en absoluto, y preferia conocer un poco a fondo lo que me rodeaba e ir por libre. En Jaisalmer conoci a un grupo de espanoles, y dos de ellos me propusieron alquilar un jeep y visitar por libre el desierto de Jaisalmer. A ellos tampoco les motivaba el paquete turistico, y Mamba, el suizo que conoci en Jodhpur, tambien se apunto. Pero no hubo suerte. En ningun lugar quisieron alquilarnos un jeep sin conductor, de modo que tomamos la opcion de alquilar dos motos y dar una vuelta por un rato. Marta y Eric, la pareja de espanoles, pasaron toda una tarde dando vueltas, pero nosotros debiamos volver al hotel a las tres, asi que nos separamos. Mamba y yo salimos antes. Quiero explicar la historia con todo detalle porque no tiene desperdicio. Nos alejamos unos diez kilometros desierto a traves, por una carretera estrecha y mal asfaltada, y en un momento dado paramos para ver de cerca una de las aldeas. Y al volver, ocurre: la moto no arranca. De ninguna de las maneras. Y nosotros en medio del desierto, con una gente que no hablaba ni una palabra de ingles. Empujamos la moto hasta la carretera principal, bajo un sol de mediodia, y un camion nos lleva a nosotros y a la moto por 100 rupias, de vuelta al fuerte. Y lo mejor fue al llegar. El dueno de la moto no solo no queria devolvernos el dinero sino que tambien se negaba a pagar al conductor de la camioneta que nos habia traido de vuelta. Pero Mamba y yo, superindignados, sacamos toda nuestra furia africana y espanola respectivamente, y tuvo que ceder, devolvernos casi todo lo que habiamos pagado y darle lo suyo al del camion.
Que conste que la aventura nos tuvo toda la tarde partiendonos de risa. Vaya con los indios.
Llegue a Jodhpur a media tarde y me aloje en una casa de huespedes de 500 anos de antiguedad, inmaculada y bastante bonita. De hecho era una especie de mezcla entre un templo hindu y un garito californiano. El personal del hotel (chicos jovenes con ropa moderna, pelo largo y pendientes)parecia sacado de los Vigilantes de la Playa, pero me gusto el ambiente relajado de la azotea, llena de cojines, velitas y telas de colores. Todo muy hippie.
Jodhpur, la ciudad azul del Rajastan, se extiende a los pies de una colina en lo alto de la cual se alza una fortaleza oscura e imponente. Es un lugar tranquilo (aunque no tanto como Bikaner) y la mayoria de las casas estan pintadas en un color azul celeste. Dedique uno de los dias a hacer turismo, pero la mayor parte del tiempo estuve paseando por los bazares y la zona de la torre del reloj, en el centro del mercado de especias. La visita al fuerte resulto bastante interesante, pero todo parecia colocado expresamente para ser visto cuando y como debia ser visto, que es algo que no me gusta. Cuando las cosas estan tan marcadas es cuando dejan de ser divertidas, y lo cierto es que odio ver las cosas de este modo. Normalmente prefiero ver las cosas a mi aire y hacer un poco de outsider. Pero de vez en cuando no queda mas remedio que hacerlo, de modo que me vi obligada a seguir un camino de flechas perfectamente senalizado, con una audioguia que me sugeria incluso los puntos desde donde podia hacer las mejores fotos o los lugares en los que podia quedarme a descansar. Aun asi, debo decir que la visita merecio la pena, porque desde ningun otro lugar de Jodhpur se aprecia el mar de casas que es la ciudad, como una masa de volumenes cubicos irregularmente dispuestos, extendiendose por varios kilometros a la redonda.
Los dias en Jodhpur pasaron relajados y tranquilos, con largos paseos y un calor de infierno casi durante todo el dia. Desde la azotea tenia unas vistas esplendidas y conoci a mucha gente. Lo bueno que tiene este pais es que una nunca se siente sola. En Jodhpur conoci sobre todo occidentales, pero cualquiera te puede dar conversacion en plena calle. Por el momento, en cada lugar en que he estado he conocido gente con la que he pasado uno o dos dias, y creo que eso es lo mejor de todo. Aunque viaje por libre, nunca me siento sola.
En mi hotel-garito surfero se alojaba tambien Mamba, un chaval de madre suiza y padre africano, simpatico e inteligente y con una risa franca y abierta. Viaja solo y lleva unos dos meses dando vueltas por el sur de India y Sri Lanka. Pase con el el par de dias que estuve en Jodhpur, y acordamos vernos en Jaisalmer, que era nuestro proximo destino con un dia de diferencia.
A Jaisalmer llegue en un tren abarrotado y ruidoso, en un trayecto nocturno de seis horas en el que casi no pegue ojo. Cuando llegue a la ciudad me encontre con una escena absolutamente surrealista: cinco de la manana, noche cerrada, cuatro policias a la salida de la estacion y, a unos veinte metros, un ejercito de representantes de hotel gritando, con los carteles en alto, para captar clientes. Como ya tenia decidido el hotel en el que me alojaria fui directamente al representante, que me llevo gratis en un rickshaw hasta el hotel, dentro del fuerte.
Jaisalmer resulto impresionante. El fuerte, al contrario que el de Jodhpur, que se utiliza como museo, esta lleno de casas, de tiendas, de restaurantes y de hoteles. Un hervidero de turistas y vendedores mas pesados de lo habitual. No podia dar tres pasos sin tener que detenerme a hablar con alguien. Al final debia hacer como que no oia cuando me llamaban para poder dar algun paseo, tanto dentro como fuera del fuerte. Pero Jaisalmer es uno de los lugares mas bonitos que he visto en mi vida, y desde luego lo mejor del Rajastan. Los edificios, unos encima de otros, son de piedra dorada, y las calles estrechas serpentean por todo el fuerte, de aire musulman y luz calida. No es de extranar que Jaisalmer viva exclusivamente del turismo. Porque aqui no hay absolutamente nada mas: solo desierto hasta donde alcanza la vista.
Muchos hoteles ofrecen excursiones en camello para ir al desierto, pero yo no tenia ningun interes en ir, y se lo hice saber al dueno del hotel cuando me propuso contratar el suyo. No iba a pasar cuatro dias tirada en el desierto con gente a la que no conocia en absoluto, y preferia conocer un poco a fondo lo que me rodeaba e ir por libre. En Jaisalmer conoci a un grupo de espanoles, y dos de ellos me propusieron alquilar un jeep y visitar por libre el desierto de Jaisalmer. A ellos tampoco les motivaba el paquete turistico, y Mamba, el suizo que conoci en Jodhpur, tambien se apunto. Pero no hubo suerte. En ningun lugar quisieron alquilarnos un jeep sin conductor, de modo que tomamos la opcion de alquilar dos motos y dar una vuelta por un rato. Marta y Eric, la pareja de espanoles, pasaron toda una tarde dando vueltas, pero nosotros debiamos volver al hotel a las tres, asi que nos separamos. Mamba y yo salimos antes. Quiero explicar la historia con todo detalle porque no tiene desperdicio. Nos alejamos unos diez kilometros desierto a traves, por una carretera estrecha y mal asfaltada, y en un momento dado paramos para ver de cerca una de las aldeas. Y al volver, ocurre: la moto no arranca. De ninguna de las maneras. Y nosotros en medio del desierto, con una gente que no hablaba ni una palabra de ingles. Empujamos la moto hasta la carretera principal, bajo un sol de mediodia, y un camion nos lleva a nosotros y a la moto por 100 rupias, de vuelta al fuerte. Y lo mejor fue al llegar. El dueno de la moto no solo no queria devolvernos el dinero sino que tambien se negaba a pagar al conductor de la camioneta que nos habia traido de vuelta. Pero Mamba y yo, superindignados, sacamos toda nuestra furia africana y espanola respectivamente, y tuvo que ceder, devolvernos casi todo lo que habiamos pagado y darle lo suyo al del camion.
Que conste que la aventura nos tuvo toda la tarde partiendonos de risa. Vaya con los indios.
0 comentarios