CALCUTA (II). CUANTAS PERSONAS ESPECIALES PUEDES CONOCER EN DOS SEMANAS?
Los dias en Calcuta pasan volando, pero son tan intensos que tengo la sensacion de que llevo aqui meses. Dos semanas y media bastan para tener una cierta sensacion de veterania y de pertenencia a un lugar como este, en que la gente va y viene con suma rapidez. Cada dia despido a alguien y doy la bienvenida a otra persona. Cada dia veo gente nueva trabajando conmigo que llena el hueco de alguien que ya no esta. Es un poco extrano.
En mi ultimo mail dije que hablaria del voluntariado y voy a hacerlo, pero antes quiero advertir que quiza todo lo que cuente no sea agradable y hay algunos detalles escabrosos que no voy a omitir. Pido disculpas desde antes de empezar por si hiero alguna sensibilidad o soy un poco brusca en la manera de hablar, pero no se hacerlo de otro modo.
Prosigo.
Mi voluntariado empezo en Shanti Dan, un centro perteneciente a las Misioneras de la Caridad donde viven doscientas mujeres con deficiencias mentales producidas por algun tipo de trauma. La mayor parte de ellas han sido maltratadas durante periodos de tiempo mas o menos largo y a consecuencia de eso no pueden llevar una vida normal. Pero Shanti Dan no es un centro duro. De hecho, mi estancia alli fue muy agradable, porque mi trabajo consistia basicamente en hacer compania a las mujeres, pintarles las unas y asentir con la cabeza cuando me contaban su vida en bengali, aunque no entendiese una palabra. En Shanti Dan todo transcurre placidamente, es como un oasis en medio del caos, rodeado de jardines y de silencio, como un microcosmos autosuficiente y totalmente aislado del mundo. Muchas voluntarias van y se marchan porque se aburren, ya que las enfermas se asean solas, comen por si mismas y hacen sus propias camas. En realidad, las enfermas necesitan mas compania que otra cosa, y la visita de las voluntarias, todas las mananas de ocho a doce, las saca de la monotonia.
A Shanti Dan iba por las mananas, pero tenia la intencion de asistir a Kalighat, la casa de los moribundos, por las tardes. Lo que ocurria es que me imponia Kalighat. Habia oido historias de gente que salia llorando por la puerta tal y como entraba, o incluso gente que se negaba en redondo a entrar por esa puerta por miedo a que el olor los tumbase nada mas pasar el umbral. Asi que cuando Eugenio, un chaval de Mallorca que se alojaba en mi mismo hotel, me dijo que iba a llevar alli su guitarra para amenizar la tarde, me decidi a acompanarle, a el y a un grupo de gente con la que habia congeniado desde mi llegada a Calcuta y con la que me reunia cada noche en la azotea del Hotel Maria. Me parecio una buena oportunidad para probar Kalighat y para probarme a mi misma.
Y entre en Kalighat, y debo decir que fue duro. No me supero, ni mucho menos, pero tuve que hacer muchos esfuerzos para poder mirar esos cuerpecitos delgados como esqueletos, encogidos en los camastros, tapados con mantas grises de moribundo que apestaban a desinfectante. Habia algunas enfermas acuclilladas en un rincon de las camas, otras se arrastraban o caminaban a pasitos en direccion al bano. Algunas tenian cancer, otras tuberculosis. Las ulceras en la piel eran impresionantes. El cuerpo humano es una maquina muy resistente, que a pesar de todo se empena en sobrevivir, y lo que yo vi en Kalighat era el ultimo escalon, la fase final de los seres humanos cuando ya estan a punto de estar vivos.
Pero no todo el mundo en Kalighat se muere. Muchos entran a punto de hacerlo, pero mejoran con mucha rapidez debido a algo tan basico como una alimentacion correcta y la administracion de antibioticos. La reaccion de un organismo desnutrido y sin defensas ante los alimentos es asombrosamente rapida, y yo he visto verdaderos prodigios de recuperacion y de resistencia a la muerte en ese lugar. Cada vez que una enferma consigue comer por si misma, levantarse de la cama o mantenerse sentada, es una enorme satisfaccion para nosotras, porque nos sentimos parte de la recuperacion y explicamos con gran alegria el historial de cada enferma a las nuevas voluntarias, que entran tan asustadas y timidas como yo la primera vez que estuve alli.
Pasado el susto inicial, empece a frecuentar Kalighat por las tardes y seguia yendo a Shanti Dan por las mananas. En Shanti Dan habia una mujer, Fathima, que se estaba muriendo. Tenia cancer de piel, era un esqueletito que solo podia mover los brazos y las piernas, con las mejillas hundidas y unos ojos inmensos. Las cuidadoras le administraban la medicacion diluida en agua, a pesar de que tenia practicada una traqueotomia y cualquier liquido que ingeria se le iba directamente a los pulmones y la hacia toser. Es algo bastante corriente aqui, esto de seguir haciendo por incercia lo mismo que se lleva haciendo treinta anos. Aqui los cambios son lentos. Cuesta mucho hacer cambiar de idea a las cuidadoras, intentar que vean que Fathima no puede tragar agua porque se le inundan los pulmones y la medicacion no sirve de nada. Jane, una enfermera britanica que llevaba veinte anos ejerciendo, consiguio hacer entrar en razon a la cuidadora para mezclarle la medicacion con la comida, despues de mostrarle como habia sacado los restos de las pastillas entre los dientes de la enferma. Amablemente, por las buenas, Jane hizo entender a la cuidadora la importancia de efectuar algunos cambios en los cuidados que debian darse a Fathima, porque su salud iba empeorando por dias. No habia ninguna necesidad de trasladarla a Kalighat, donde iban a darle la misma medicacion que estaba tomando alli, no le administrarian morfina ni ningun tipo de calmantes para atenuarle el dolor y el traslado iba a acabar de cansarla. Fathima se iba a morir, y pronto, y solo se le podia hacer la espera un poco menos dolorosa, asi que a eso nos dedicamos una manana. Curamos las heridas que la enfermedad habia causado en su piel, le humedeciamos los labios con agua a cada tanto, intentamos sin exito darle de comer, colgamos una mosquitera sobre su cama para que las moscas no la molestaran. A las doce nos fuimos, y al dia siguiente supimos que Fathima habia muerto media hora despues de nuestra partida. Evidentemente, no me senti triste sino aliviada. Aquella mujer hacia mucho tiempo que ya no vivia en el sentido normal del termino. Solo habia dejado de sufrir. Me senti muy tranquila por ella, pero ya no volvi a Shanti Dan.
En su lugar, escogi Kalighat para ir por las mananas. El centro me iba gustando cada vez mas, una vez superado el susto inicial de ver a gente que se esta muriendo. Pero las monjas de Kalighat son las mas afectuosas que he visto en mi vida: se sientan con las enfermas, hablan con ellas, las alimentan ellas mismas, las lavan y se desviven por ellas. Hay algunos voluntarios que critican a las monjas y que no estan de acuerdo con la manera que tienen de hacer las cosas, pero yo no voy a hacerlo. Evidentemente, hay aspectos de su manera de pensar con los que no estoy en absoluto de acuerdo, pero no puedo mas que quitarme el sombrero ante personas que dedican su vida a cuidar de los demas, sea por motivos religiosos o por cualquier otra razon. Y yo no he venido aqui a cambiar el mundo, ni siquiera a sentirme util. Hay algunas personas que se sienten frustradas porque no sienten que estan cambiando las cosas, pero creo que el problema que tienen de base es que no se hacen a la idea de que aqui nadie es imprescindible. Somos muy utiles, porque ahorramos a las monjas el dinero que tendrian que pagarles a trabajadores normales. Pero aqui los voluntarios basicamente lavan la ropa, friegan los platos, reparten la comida y hacen tareas nada especializadas que puede hacer cualquiera con dos manos. Repito que no he venido a sentirme especial. He venido a vivir una experiencia extraordinaria, y de momento estoy cumpliendo mis expectativas. Y si, de paso, puedo echar una mano fregando platos, pues mejor. Pero quien venga aqui pensando que viene a llevar a cabo algo unico, grande y hermoso, en mi opinion esta en el lugar equivocado. Somos utiles, pero tambien prescindibles y reemplazables. Y estamos de visita. Lo que hagan las monjas, que son quienes hacen esto cada dia de su vida, esta, para mi, bien hecho, por mucho que no coincida con lo que yo, segun mis convicciones, haria.
En Kalighat conoci a Marusa, una madrilena de cincuenta anos que vive en Calcuta seis meses al ano desde hace diez. Tambien conoci a Lola de Barcelona, de unos cuarenta anos, enfermera en Africa que ha decidido por una vez cambiar de destino y venirse al subcontinente. Marusa no es enfermera, pero con los datos que he dado creo que queda claro que da lo mismo, porque sabe mejor que nadie que es lo que hay que hacer aqui. Las dos me "adoptaron" un dia, cuando tuve que echarles una mano con una enferma que no se estaba quieta mientras le hacian la cura en una herida tan grande y con tan mal aspecto que habia que tener mucho estomago para estar cerca. Yo me enfrente a mi propia aprension, me obligue a mirar directamente a la llaga que le roia la cadera, comida por los gusanos y de color amarillento por la infeccion. La paciente acababa de ingresar en Kalighat porque unos voluntarios la habian recogido de la estacion de Howrah. Era una indigente, su cuerpo no sabia lo que era un antibiotico y hacia mucho tiempo que no tomaba un plato caliente. La herida tenia realmente mal aspecto, pero me force a superar el asco y la aprension, a mirarla directamente, mientras Lola explicaba que el mal olor y el color amarillo es debido a la infeccion, que los gusanos se comen la carne podrida pero tambien la carne viva, que lo que esta de color negro es tejido necrotico, carne muerta que hay que ir desbridando poco a poco con un bisturi para permitir el crecimiento de los tejidos y la regeneracion de la piel, que los tendones no pueden estar al aire porque si se resecan se quedan rigidos y las articulaciones se vuelven inmoviles. Aprendi mas en una hora de curas con Lola y Marusa que en las dos semanas que llevaba trabajando. Y me enganche a Kalighat. Deje Shanti Dan y me incorpore al equipo del centro de los moribundos de las misioneras de la caridad, con una curiosidad y un ansia de aprender que no tenia limites, sin ningun tipo de aprension por las heridas aberrantes que entraban cada dia en aquel centro, preguntando todo lo que desconocia y aprendiendo a aplicar Betadine, a colocar gasas, a vendar, a consolar el dolor de las mujeres cuando ya no pueden soportarlo. Nunca en mi vida he visto tanta resistencia al dolor como aqui. Lola dice que es porque a partir de segun que grado, el cerebro ya no reacciona ante el dolor. Marusa dice que es porque estas mujeres estan tan acostumbradas a sufrir sin quejarse que ya ni se dan cuenta cuando se estan muriendo.
Como decia, deje de ir a Shanti Dan tras la muerte de Fathima, y me concentre en Kalighat y New Light. New Light es un proyecto interesantisimo que gestiona Urmi, una mujer india de buena familia, asistente social de profesion, que un buen dia decidio dejar su trabajo y regentar una escuela-refugio para los hijos de las prostitutas que trabajan en uno de los barrios rojos de Calcuta, al final de un callejon inmundo donde las mujeres se exhiben como si fueran carne, a la espera de clientes. Urmi monto esto para evitar que los ninos estuvieran solos mientras sus madres trabajaban y para intentar darles un futuro mejor, especialmente a las ninas, que son requeridas por los proxenetas en cuanto cumplen once anos. Urmi se desvive por esta gente, se entrega totalmente a su trabajo, y a la vez es una mujer encantadora que desprende armonia a todas horas, incluso cuando esta saturada de trabajo. Es una de esas personas diferentes, que dejan una impresion imborrable en todo aquel que llega a conocerlas, que desprenden humanidad y afecto. Nunca he conocido a nadie igual a Urmi. Voy a New Light cada tarde para estar un rato con los crios y ayudarlos con los deberes, comunicarme con cuatro palabras de bengali que he logrado aprender en este tiempo, jugar con ellos hasta que el cansancio puede conmigo y me obliga a tomar el metro de vuelta a Sudder Street. Caigo redonda en la cama tal y como entro por la puerta de mi habitacion, agotada pero deseando que llegue el dia siguiente.
Tres semanas de dia siguiente.
Gracias por los mails una vez mas, cuando os leo parece que estoy un poquito mas cerca.
http://www.fotolog.com/jump_start
En mi ultimo mail dije que hablaria del voluntariado y voy a hacerlo, pero antes quiero advertir que quiza todo lo que cuente no sea agradable y hay algunos detalles escabrosos que no voy a omitir. Pido disculpas desde antes de empezar por si hiero alguna sensibilidad o soy un poco brusca en la manera de hablar, pero no se hacerlo de otro modo.
Prosigo.
Mi voluntariado empezo en Shanti Dan, un centro perteneciente a las Misioneras de la Caridad donde viven doscientas mujeres con deficiencias mentales producidas por algun tipo de trauma. La mayor parte de ellas han sido maltratadas durante periodos de tiempo mas o menos largo y a consecuencia de eso no pueden llevar una vida normal. Pero Shanti Dan no es un centro duro. De hecho, mi estancia alli fue muy agradable, porque mi trabajo consistia basicamente en hacer compania a las mujeres, pintarles las unas y asentir con la cabeza cuando me contaban su vida en bengali, aunque no entendiese una palabra. En Shanti Dan todo transcurre placidamente, es como un oasis en medio del caos, rodeado de jardines y de silencio, como un microcosmos autosuficiente y totalmente aislado del mundo. Muchas voluntarias van y se marchan porque se aburren, ya que las enfermas se asean solas, comen por si mismas y hacen sus propias camas. En realidad, las enfermas necesitan mas compania que otra cosa, y la visita de las voluntarias, todas las mananas de ocho a doce, las saca de la monotonia.
A Shanti Dan iba por las mananas, pero tenia la intencion de asistir a Kalighat, la casa de los moribundos, por las tardes. Lo que ocurria es que me imponia Kalighat. Habia oido historias de gente que salia llorando por la puerta tal y como entraba, o incluso gente que se negaba en redondo a entrar por esa puerta por miedo a que el olor los tumbase nada mas pasar el umbral. Asi que cuando Eugenio, un chaval de Mallorca que se alojaba en mi mismo hotel, me dijo que iba a llevar alli su guitarra para amenizar la tarde, me decidi a acompanarle, a el y a un grupo de gente con la que habia congeniado desde mi llegada a Calcuta y con la que me reunia cada noche en la azotea del Hotel Maria. Me parecio una buena oportunidad para probar Kalighat y para probarme a mi misma.
Y entre en Kalighat, y debo decir que fue duro. No me supero, ni mucho menos, pero tuve que hacer muchos esfuerzos para poder mirar esos cuerpecitos delgados como esqueletos, encogidos en los camastros, tapados con mantas grises de moribundo que apestaban a desinfectante. Habia algunas enfermas acuclilladas en un rincon de las camas, otras se arrastraban o caminaban a pasitos en direccion al bano. Algunas tenian cancer, otras tuberculosis. Las ulceras en la piel eran impresionantes. El cuerpo humano es una maquina muy resistente, que a pesar de todo se empena en sobrevivir, y lo que yo vi en Kalighat era el ultimo escalon, la fase final de los seres humanos cuando ya estan a punto de estar vivos.
Pero no todo el mundo en Kalighat se muere. Muchos entran a punto de hacerlo, pero mejoran con mucha rapidez debido a algo tan basico como una alimentacion correcta y la administracion de antibioticos. La reaccion de un organismo desnutrido y sin defensas ante los alimentos es asombrosamente rapida, y yo he visto verdaderos prodigios de recuperacion y de resistencia a la muerte en ese lugar. Cada vez que una enferma consigue comer por si misma, levantarse de la cama o mantenerse sentada, es una enorme satisfaccion para nosotras, porque nos sentimos parte de la recuperacion y explicamos con gran alegria el historial de cada enferma a las nuevas voluntarias, que entran tan asustadas y timidas como yo la primera vez que estuve alli.
Pasado el susto inicial, empece a frecuentar Kalighat por las tardes y seguia yendo a Shanti Dan por las mananas. En Shanti Dan habia una mujer, Fathima, que se estaba muriendo. Tenia cancer de piel, era un esqueletito que solo podia mover los brazos y las piernas, con las mejillas hundidas y unos ojos inmensos. Las cuidadoras le administraban la medicacion diluida en agua, a pesar de que tenia practicada una traqueotomia y cualquier liquido que ingeria se le iba directamente a los pulmones y la hacia toser. Es algo bastante corriente aqui, esto de seguir haciendo por incercia lo mismo que se lleva haciendo treinta anos. Aqui los cambios son lentos. Cuesta mucho hacer cambiar de idea a las cuidadoras, intentar que vean que Fathima no puede tragar agua porque se le inundan los pulmones y la medicacion no sirve de nada. Jane, una enfermera britanica que llevaba veinte anos ejerciendo, consiguio hacer entrar en razon a la cuidadora para mezclarle la medicacion con la comida, despues de mostrarle como habia sacado los restos de las pastillas entre los dientes de la enferma. Amablemente, por las buenas, Jane hizo entender a la cuidadora la importancia de efectuar algunos cambios en los cuidados que debian darse a Fathima, porque su salud iba empeorando por dias. No habia ninguna necesidad de trasladarla a Kalighat, donde iban a darle la misma medicacion que estaba tomando alli, no le administrarian morfina ni ningun tipo de calmantes para atenuarle el dolor y el traslado iba a acabar de cansarla. Fathima se iba a morir, y pronto, y solo se le podia hacer la espera un poco menos dolorosa, asi que a eso nos dedicamos una manana. Curamos las heridas que la enfermedad habia causado en su piel, le humedeciamos los labios con agua a cada tanto, intentamos sin exito darle de comer, colgamos una mosquitera sobre su cama para que las moscas no la molestaran. A las doce nos fuimos, y al dia siguiente supimos que Fathima habia muerto media hora despues de nuestra partida. Evidentemente, no me senti triste sino aliviada. Aquella mujer hacia mucho tiempo que ya no vivia en el sentido normal del termino. Solo habia dejado de sufrir. Me senti muy tranquila por ella, pero ya no volvi a Shanti Dan.
En su lugar, escogi Kalighat para ir por las mananas. El centro me iba gustando cada vez mas, una vez superado el susto inicial de ver a gente que se esta muriendo. Pero las monjas de Kalighat son las mas afectuosas que he visto en mi vida: se sientan con las enfermas, hablan con ellas, las alimentan ellas mismas, las lavan y se desviven por ellas. Hay algunos voluntarios que critican a las monjas y que no estan de acuerdo con la manera que tienen de hacer las cosas, pero yo no voy a hacerlo. Evidentemente, hay aspectos de su manera de pensar con los que no estoy en absoluto de acuerdo, pero no puedo mas que quitarme el sombrero ante personas que dedican su vida a cuidar de los demas, sea por motivos religiosos o por cualquier otra razon. Y yo no he venido aqui a cambiar el mundo, ni siquiera a sentirme util. Hay algunas personas que se sienten frustradas porque no sienten que estan cambiando las cosas, pero creo que el problema que tienen de base es que no se hacen a la idea de que aqui nadie es imprescindible. Somos muy utiles, porque ahorramos a las monjas el dinero que tendrian que pagarles a trabajadores normales. Pero aqui los voluntarios basicamente lavan la ropa, friegan los platos, reparten la comida y hacen tareas nada especializadas que puede hacer cualquiera con dos manos. Repito que no he venido a sentirme especial. He venido a vivir una experiencia extraordinaria, y de momento estoy cumpliendo mis expectativas. Y si, de paso, puedo echar una mano fregando platos, pues mejor. Pero quien venga aqui pensando que viene a llevar a cabo algo unico, grande y hermoso, en mi opinion esta en el lugar equivocado. Somos utiles, pero tambien prescindibles y reemplazables. Y estamos de visita. Lo que hagan las monjas, que son quienes hacen esto cada dia de su vida, esta, para mi, bien hecho, por mucho que no coincida con lo que yo, segun mis convicciones, haria.
En Kalighat conoci a Marusa, una madrilena de cincuenta anos que vive en Calcuta seis meses al ano desde hace diez. Tambien conoci a Lola de Barcelona, de unos cuarenta anos, enfermera en Africa que ha decidido por una vez cambiar de destino y venirse al subcontinente. Marusa no es enfermera, pero con los datos que he dado creo que queda claro que da lo mismo, porque sabe mejor que nadie que es lo que hay que hacer aqui. Las dos me "adoptaron" un dia, cuando tuve que echarles una mano con una enferma que no se estaba quieta mientras le hacian la cura en una herida tan grande y con tan mal aspecto que habia que tener mucho estomago para estar cerca. Yo me enfrente a mi propia aprension, me obligue a mirar directamente a la llaga que le roia la cadera, comida por los gusanos y de color amarillento por la infeccion. La paciente acababa de ingresar en Kalighat porque unos voluntarios la habian recogido de la estacion de Howrah. Era una indigente, su cuerpo no sabia lo que era un antibiotico y hacia mucho tiempo que no tomaba un plato caliente. La herida tenia realmente mal aspecto, pero me force a superar el asco y la aprension, a mirarla directamente, mientras Lola explicaba que el mal olor y el color amarillo es debido a la infeccion, que los gusanos se comen la carne podrida pero tambien la carne viva, que lo que esta de color negro es tejido necrotico, carne muerta que hay que ir desbridando poco a poco con un bisturi para permitir el crecimiento de los tejidos y la regeneracion de la piel, que los tendones no pueden estar al aire porque si se resecan se quedan rigidos y las articulaciones se vuelven inmoviles. Aprendi mas en una hora de curas con Lola y Marusa que en las dos semanas que llevaba trabajando. Y me enganche a Kalighat. Deje Shanti Dan y me incorpore al equipo del centro de los moribundos de las misioneras de la caridad, con una curiosidad y un ansia de aprender que no tenia limites, sin ningun tipo de aprension por las heridas aberrantes que entraban cada dia en aquel centro, preguntando todo lo que desconocia y aprendiendo a aplicar Betadine, a colocar gasas, a vendar, a consolar el dolor de las mujeres cuando ya no pueden soportarlo. Nunca en mi vida he visto tanta resistencia al dolor como aqui. Lola dice que es porque a partir de segun que grado, el cerebro ya no reacciona ante el dolor. Marusa dice que es porque estas mujeres estan tan acostumbradas a sufrir sin quejarse que ya ni se dan cuenta cuando se estan muriendo.
Como decia, deje de ir a Shanti Dan tras la muerte de Fathima, y me concentre en Kalighat y New Light. New Light es un proyecto interesantisimo que gestiona Urmi, una mujer india de buena familia, asistente social de profesion, que un buen dia decidio dejar su trabajo y regentar una escuela-refugio para los hijos de las prostitutas que trabajan en uno de los barrios rojos de Calcuta, al final de un callejon inmundo donde las mujeres se exhiben como si fueran carne, a la espera de clientes. Urmi monto esto para evitar que los ninos estuvieran solos mientras sus madres trabajaban y para intentar darles un futuro mejor, especialmente a las ninas, que son requeridas por los proxenetas en cuanto cumplen once anos. Urmi se desvive por esta gente, se entrega totalmente a su trabajo, y a la vez es una mujer encantadora que desprende armonia a todas horas, incluso cuando esta saturada de trabajo. Es una de esas personas diferentes, que dejan una impresion imborrable en todo aquel que llega a conocerlas, que desprenden humanidad y afecto. Nunca he conocido a nadie igual a Urmi. Voy a New Light cada tarde para estar un rato con los crios y ayudarlos con los deberes, comunicarme con cuatro palabras de bengali que he logrado aprender en este tiempo, jugar con ellos hasta que el cansancio puede conmigo y me obliga a tomar el metro de vuelta a Sudder Street. Caigo redonda en la cama tal y como entro por la puerta de mi habitacion, agotada pero deseando que llegue el dia siguiente.
Tres semanas de dia siguiente.
Gracias por los mails una vez mas, cuando os leo parece que estoy un poquito mas cerca.
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