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Vuelvo enseguida

CALCUTA, DESPEDIDA Y CIERRE

Mis tres semanas de voluntariado en Calcuta se convirtieron finalmente en mes y medio sin salir de la ciudad. Creo que ya deje caer que esto me estaba enganchando de manera casi preocupante. Y aqui sigo, aunque ya por poco tiempo: una semana mas y tomare un avion rumbo a Andaman, un archipielago entre Birmania y Sumatra donde solo hay playas, playas y mas playas. Pero vayamos por partes.

El dia que decidi no irme con unos companeros de viaje a Varanasi adquiri billetes de ida y vuelta a Darjeeling. Eran mis vacaciones, pero cuando llego el momento no quise irme porque estaba en pleno chute de voluntariado. Me dio igual perder los billetes (que de todas formas habian costado muy baratos) a cambio de pasar mas tiempo en Kalighat, mas tiempo con las enfermas, curando o haciendo lo que fuera. Me daba igual levantarme todos los dias a las 6 de la manana, volver agotada y librar solo un dia a la semana. Un poco raro quiza, pero aqui a todo el mundo le ocurre lo mismo que a mi, asi que no me preocupo. Dos dias antes de mi salida a Darjeeling decidi no ir porque tres enfermeras de Barcelona me preguntaron si conocia a alguien que pudiera hacer de interprete y echarles una mano con la revision medica de cien ninos en la reserva natural de Sunderbans, un lugar en medio de la selva a tres horas de Calcuta. A mi no se me ocurrio nadie mejor que yo misma, la verdad, de modo que renuncie a Darjeeling con toda la alegria del mundo. Patoaventuras.

A Sunderbans se apunto tambien Arturo, un chaval de Valencia que el ano pasado estuvo aqui un mes y ahora esta repitiendo, aunque esta vez por seis meses. El, su amigo Javi, las tres enfermeras y yo, salimos un domingo a las cinco de la manana, apinados en la parte trasera de una ambulancia, durante tres horas por una carretera intransitable rumbo al delta mas grande del mundo. La ambulancia nos dejo en un embarcadero, y desde alli un ferry nos llevo en un trayecto de hora y media hasta el pueblecito donde debiamos pasar las revisiones medicas. Yo iba en calidad de traductora, pero quiero aclarar que, aqui, no tener ni idea de enfermeria no significa estar de brazos cruzados. De brazos cruzados nunca. Y el trabajo nunca se limita a traducir y ya esta. El dia antes de salir para Sunderbans las enfermeras me habian ensenado a cargar jeringuillas para vacunar, y despues de hacerlo doscientas veces creo que puedo asegurar que ya se cargar jeringuillas para vacunar. Y en Sunderbans mas de lo mismo: al cabo de unas horas yo ya era perfectamente capaz de mirar la vista, echar un vistazo a la piel de los ninos, pesar, medir y dar indicaciones en bengali. Tampoco es que tuviera mucho misterio, y para que enganarnos, lo pase en grande. Y Sunderbans es un lugar impresionante, lleno de arrozales e invadido por una vegetacion salvaje de color verde esmeralda que se come los senderos a cada momento. Cuando se hizo de noche en el cielo habia un millon de estrellas y el silencio era absoluto. No me arrepiento de haberme perdido Darjeeling porque gane esta otra experiencia, con el anadido de la improvisacion y de decidir sobre la marcha, que es algo que me encanta. Y Sunderbans, aunque solo fuera un dia, me sirvio para desconectar de Calcuta: solo unas horas bastaron para olvidarme de los claxons y la contaminacion.

Despues de Sunderbans segui yendo a Kalighat todos los dias, pero deje de ir a New Light porque cuando daban las cinco de la tarde ya no podia mas. No por el trabajo fisico, que en realidad no es tanto, sino por la tension que acumulaba durante toda la manana. Pasar mas de dos horas haciendo curas, sobre todo cuando no se tiene experiencia, es agotador tanto fisica como mentalmente. Al no estar acostumbrada, he de poner mucho cuidado en cada movimiento, en el manejo del instrumental y del material, y tener los cinco sentidos puestos en lo que estoy haciendo. Para cuando acabo, estoy muerta de cansancio. O igual es que venia muy floja, pero el caso es que cuando dan las doce yo ya no tengo ganas de nada mas, y mucho menos de estar jugando con crios de cuatro a doce anos durante tres horas mas. Y tampoco se me escapa que, aunque Urmi celebra nuestra presencia y es increiblemente amable, los ninos estan impartiendo sus clases cuando estamos alli y a menudo se distraen con nosotros. Asi que solo voy a New Light de tarde en tarde, para estar un rato con los ninos o con Urmi, siempre que no este muy ocupada.

Entre Kalighat y New Light estaba cuando llego el grupo que se habia marchado a Varanasi y con el que casi me voy yo tambien. Dos de las chicas, Ana y Bego de Madrid, habian sido mis companeras de habitacion y dos de las personas con las que mas he conectado desde que llegue a Calcuta. Estaba contentisima por su regreso, porque en cuanto las vi me di cuenta de como las habia echado en falta. Es tremenda la rapidez con la que se le coge carino a la gente en un lugar como este, sobre todo porque aqui no se tiene a nadie mas y la gente que uno va conociendo suple a los amigos de toda la vida. No voy a negar que esto tiene algo del efecto gran hermano, que es algo que me aterra. No puedo considerar amigos a gente que acabo de conocer porque simplemente no me sale, siempre que he visto ese comportamiento en la gente me ha parecido totalmente falso e infantil. Pero, pese a todo, la llegada de las chicas me alegro mucho, aunque yo ya no fuera a compartir habitacion con ellas.

Una de ellas, Ana, se encontro mal una tarde. Tenia una fiebre bastante alta, temblaba de frio y le dolian todos los musculos del cuerpo. Ana habia dejado de tomar la medicacion contra la malaria debido a sus efectos secundarios, asi que, aprovechando que ambas tenian seguro medico, nos fuimos al hospital para que comprobaran si habia contraido malaria o dengue. Evidentemente, el hospital publico ni lo pisamos. En Kalighat han entrado a veces mujeres que venian de alguno de los hospitales publicos de Calcuta, y puedo garantizar que las heridas y la suciedad que traen superan con mucho las de los indigentes de la estacion. Asi que al publico ni en broma: a la mejor clinica de Calcuta, como un hotel de cinco estrellas pero en hospital. Lo mejor de todo es que ni en un sitio asi te atienden como es debido. Antes de hacer ningun tipo de analisis o de preguntas, debimos pasar por cuatro mostradores distintos, y en el quinto nos extendieron una factura de 1.800 rupias por un analisis que no habia sido realizado. A todo esto, la fiebre de Ana no bajaba y ella se encontraba cada vez peor. Ante semejante panorama, Bego no se lo penso mucho y armo tal escandalo que en menos de cinco minutos los analisis estaban en marcha y nosotras esperando los resultados y la llamada del seguro autorizando la operacion. Todo fue bien, por suerte, y los analisis dieron negativo, de modo que nos volvimos al hotel. Pero al cabo de un rato a Ana le empezo a subir la fiebre, y cuando llego a cuarenta hubo que volver al hospital, esta vez para ingresarla. Estuvo seis dias, con fiebres altisimas cada dos dias y sin ningun otro sintoma. Hicimos turnos para cuidarla porque Bego estaba al limite de su resistencia, ya no podia mas de estar encerrada todo el dia en una habitacion de hospital, sin que nadie le dijera que era lo que le pasaba a su amiga. Las dos lo pasaron realmente mal. Y al sexto dia, el doctor decidio que quiza habia que repetir la prueba de la malaria, y esta vez dio positivo. Y, aunque pueda parecer extrano, todos respiramos, porque el tratamiento de la malaria fueron tan solo dos dias, cuatro pastillas, un dia de fiebre y se acabo. La malaria, en su version leve, tiene una cura rapida e indolora. Y por fin sabiamos que tenia, porque seis dias de fiebre ya eran muchos dias para no tener nada. Ahora que todo ha pasado, a parte de los ratos de fiebre alta de Ana, en que se quedaba dormida de puro agotamiento, me acuerdo de la angustia de Bego, que salia al pasillo a llorar de desesperacion porque no sabia que hacer, porque se sentia totalmente sola y perdida, estaba a siete mil kilometros de su casa y no contaba con nadie mas que un grupo de desconocidos. No quiero ni pensar que hubiera hecho yo en su lugar.

Ana se repuso en cuanto tuvo el tratamiento adecuado, y volvio al hotel Maria. Estabamos otra vez como al principio, y como al principio surgio la idea de hacer un viaje. Esta vez era a las islas Andaman y por una semana, y, aunque sonaba tentador, no terminaba de decidirme. Por lo del efecto gran hermano. Me daba panico agobiarme de no hacer nada, de pasar mucho tiempo con solo unas pocas personas, de no saber disfrutar de un lugar como las islas Andaman, que son un paraiso perdido de playas de arena blanca y aguas transparentes. Me costo decidirme pero finalmente se me contagio el entusiasmo de los demas y compre el billete de avion, con vuelta a Chennai, al sur.

Me marcho dentro de una semana, y dejo Calcuta hasta que pueda regresar en otro viaje. No se que conclusiones saco de todo esto, y creo que necesito tiempo y perspectiva para asimilarlo todo. Tengo que poner distancia entre yo y Calcuta, porque ahora mismo estoy tan metida aqui, y me es tan cercana, que no puedo ser objetiva. No puedo decidir que es lo que me aporta, que me llevo o que se me queda aqui. Calcuta ha marcado un antes y un despues, no se si en mi vida, pero si en este viaje, y a partir de ahora vere que cosas son diferentes y cuales continuan igual. O quizas no lo vere, o me dara igual. No lo se, ya van dos veces que mi conclusion es que no tengo conclusiones.


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